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Hablemos de Historia : El Estado Peruano.

  • Foto del escritor: Pha
    Pha
  • 27 nov 2018
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 3 dic 2018

Durante el proceso independentista peruano surge la cuestión de plantear la forma de la construcción del estado que seguiría la nueva república. Por un lado, teníamos la opción republicana planteada por Montesquieu y, por el otro, se nos plantaba la posibilidad de un estado liberal como el instaurado en Norteamérica. Si bien se terminó optando por la opción de Montesquieu – por decisión de Bolívar y Vidaurre – los políticos latinoamericanos, entre ellos los peruanos, asumieron que la república era una forma de gobierna opuesta a la monarquía.


Proclamación de la independencia del Perú.

Aquí se muestra una debilidad del Perú de irse a los extremos: entre ellos está el aceptar un sistema republicano contrastando con el contexto peruano, al llevar a la práctica lo teórico se desarma y ante la observación de los entonces recién nominados ciudadanos peruanos libres, el grito de independencia se convierte en una fachada porque después de este seguiría una inestabilidad política con el protectorado de San Martin y la dictadura de Bolívar.

Al ser solamente una república formal, superficial, los gobernantes no consolidan un gobierno que se diferencia del anterior sistema colonialista. Permanecen en constantes luchas por el patrimonio de la nación y el poder, lo que deja en abandono a un gran grupo de la población peruana, la cual se ajusta a los principios liberales que oficialmente el estado propugnaba. Esto permitió en los treinta años anteriores al siglo XX una mayor participación y abertura democrática.


A partir del siglo XX, con la consolidación de la oligarquía, se anula la participación cívica de la mayoría de la población peruana, dejando el control del gobierno a manos de unos pocos individuos. Durante este tiempo, el gobierno aristocrático trata de dirigir al país dejando de lado a la mayoría de la población, a la que considera como inferior por una diferencia étnica. Al mismo tiempo, sirve de intermediario a los grupos económicos extranjeros. Esto permanece así mientras la exclusión de la mayoría de peruanos, de sus demandas insatisfechas, genera la aparición de partidos políticos populares que debilitan y ponen en crisis el tipo de gobierno oligárquico.


La historia no es lineal ni progresiva. Nos describe la apertura a la votación en años anteriores al siglo XX y después observamos un gran declive en los años posteriores en referencia a la democracia, presenciamos la discriminación por parte de un sector “élite” ante la mayoría de la población, excluyéndolos de la participación ciudadana. Logrando la base de un futuro repudio social entre los mismos peruanos, los cuales buscarían diferencias étnicas, como nos expresa Arguedas la problemática de aquellos años “La tarea verdaderamente heroica y difícil fue la de extender a la mayoría de la población capitalina esta comprensión por el arte llamado indígena.

Esto permanece así hasta el gobierno del caudillo Juan Velazco Alvarado, quien realiza reformas de gran envergadura, nunca dadas anteriormente y necesarias. Entre la Reforma Agraria y un debilitamiento de las oligarquías, la revalorización de la cultura autóctona y la lucha contra la discriminación étnica, el gobierno autoritario y vertical impide la efectividad necesaria de las reformas, lo que genera insatisfacción y posteriormente el fracaso de la transición social. Una vez ocurrido esto, durante el gobierno de Morales Bermúdez, se da paso a una Asamblea Constituyente conformada por un grupo de partidos políticos que vuelven a instaurar la democracia. A partir de entonces, los partidos y gobiernos populistas de Belaúnde y Alan García, la aparición del terrorismo, generan en la década de los 80´ una de las mayores crisis del país, tanto sociales, políticas y, sobre todo, económicas.


El país muestra un indicio de democracia ante la postulación de partidos populistas o los denominados “gobiernos del pueblo” los cuales tienen propuestas de ensueño, pero se derrumban al gobernar. En las reformas podemos observan planes realmente equitativos, con la idea de generar inversiones nacionalistas, pero no se puede avanzar cuando la población no tiene el conocimiento de cómo aprovecharlo, cuando no existe un apoyo social y económico al gobierno.

Con los gobiernos subsiguientes sucede algo parecido con un gran déficit económico, produciendo cansancio en los peruanos de presenciar cómo gobierno tras gobierno no proporciona un avance al país y cometiendo otro error gestan el desorden público buscando el progreso, toman por la fuerza el poder creyendo que sería lo mejor, marcando la historia peruana en los años ochenta: El terrorismo. La sublevación represiva de los ciudadanos ante la decepción de los gobiernos.


La opinión crítica de la actual sociedad peruana está orientada a castigar y tachar a la historia del país de diversos calificativos negativos y no del todo equivocados, aciertan en varias situaciones históricas del Perú. El texto nos otorga una muestra de los errores e ironías en base a su forma de gobierno. El Perú es un país lleno de conflictos, problemas y circunstancias riesgosas como demuestra su pasado, aun así, logra mantenerse en una cuerda floja en el aspecto político, superó la oligarquía y es un país legalmente demócrata, pero aun lucha con el bajo interés ciudadano en educarse sobre las propuestas políticas, con la decepción social y con el descentralismo. Lo único que se espera del Perú es que no cometa sus errores pasados que aprenda de sus diversos aspectos históricos, que se supere, abandone el individualismo y busque el bien común, y logré un devenir prospero para sus ciudadanos.


BIBLIOGRAFÍA

LÓPEZ, S. (2010). Estado y ciudadanía en el Perú. En: El Estado en debate: múltiples miradas, 1 ed. Lima, pp.33-75.

 
 
 

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